Vida

Volaba en derredor del aire,

caminaba por encima del edredón

como en la Hégira de Mahoma.

Las dunas erigían un casco,

un molde, un lado vertiginoso

limítrofe a la vera de un comienzo.

Aquel, traía como semblante

un ornamento iracundo,

y frágil al mismo tiempo

como lugares compartidos.


Era un bivalvo de plata

con antenas de oro y cara blanca,

un deslizador con cadencia

con siete patitas, seis al amanecer;

fue el navegador de esta noche,

el consumidor de estrellas

del gran diminuto bosque.

No hay comentarios: