Ya nada es coherente,
ya nada tiene razón de ser.
Todo ha trocado a ser
un exiguo camino
fundamentalmente en un somero destino.
He vuelto mi cabeza
un patíbulo rincón
donde tengo lugar
de reposar y cavilar.
Podría tergiversar mi existencia
en lo que ellos llamarían una enfermedad mental.
Siendo yo el propio juego
en una capa trivial de algo de verdad.
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