¡Querida!

¡Oh muerte querida! Ahora toda está en silencio, callado como cuando empecé a tener memoria y a andar, antes de que me crecieran las barbas. ¿Vida? ¿Muerte? Diferencia alguna no encuentro... Sin ruido que seguir, camino en el vacío. Nada más. Mis oídos no escuchan, mis ojos no ven, mis manos no sienten. Todo es uno. Vivo y muero en un mismo tiempo ¡Oh muerte querida! forma de sustancia, la nada desastrosa que me vino en forma de bala, ahora me acaricia, con suaves manos, mis cabellos. La noche me parece enorme, eterna y bella, tal cual lo era antes. Las estrellas refulgentes destellan, por momentos, simplemente para mostrarme el camino. Para ver pasos anteriores de fantasmas anteriores, que destrozaron los escombros, armaron la Urbe, hablaron del secreto perdido, de lo encontrado, de la chispa memorial, de los siglos vetustos, de la luz de los ruidos que no escucho, del momento de mi aurora, de la luz... Mi elevación sacudirá todo espacio confinado. La muerte, me ha sustraído del dolor, me ha comentado lo visible e invisible.

Cada vez me siento más cerca del camino al sol.

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