Pécora detestable

Estoy en un lugar lúgubre, vacío y espantoso.
El ruido en mis oídos explota todo sonido,
yo en un momento la toqué, la besé y la abracé.
¡Pude llegar a haberla querido como al cielo!
Pécora detestable del Hades, mujer desastrosa…

Permanezco en el lugar lúgubre, vacío y espantoso,
mi ira sube por mi cabeza, quiere salir por mis ojos,
anuda mis intestinos, y con placer los revienta.
¡Maldita seas extraña! Ella besa al monstruo… para nada.

Una vez quise enaltecerte, endiosarte y amarte,
elevarte a las cumbres más altas de los divinos cielos,
y ahora, un puñal me desgarra la piel en el pecho,
hórrido de dolor, amargo sabor del ya muerto amor.

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