En ella...

Ella está extraña hoy; ella está extraña otra vez. Al escuchar su voz, sus palabras salen de su boca, distintas, indiferentes, silenciosas y con argucias desagradables. El “te quiero” de hace dos días, hoy no se asomó. Ella está extraña. Seguramente algo más sucede, algo que no me quiere decir, algo que, muy lógicamente, quiere callar. Mientras seguíamos conversando, quizás, hablando, quizás, sólo pronunciando palabras; ella no escuchaba, yo las repetía, ella seguía sin escuchar… Hablamos, pronunciamos las palabras, acerca de la extrañeza del hombre, de esa misma noche, de entre ella, y consecuentemente (para ella), de entre mí. De lo extraño que es y ha sido todo. Del miedo hacia cosas que nunca antes habían pasado, del ¿miedo? o angustia, o embelesamiento, o melancolía, nostalgia para tiempo después. Pero ella está extraña. Luego, un sonido seco, una interrupción apagó nuestras voces, y ya no se escuchó nada, hasta unos minutos después. Todo seguía igual. Nada había cambiado. Otro sonido seco, apagó durante toda la noche nuestras voces, hasta hoy. Y sigo pensando que está extraña.

Mis pensamientos incisivos se acusan en mi mente, y allí queda todo. Pensamientos incisivos, molestos, que me impelen hacia otros actos que me avergüenzo de mencionar. Ahora, sigo allí, viendo qué pasa, viendo qué podría pensar, viendo qué podría pasar, cuando sigo pensando en ella.

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